lunes, 14 de diciembre de 2009

De rosas y espinas.

Me voy a poner serio por una vez. Lo que vi por televisión el viernes pasado me resultó tan triste que me resulta imposible bromear con ello; ni siquiera me veo capaz de contarlo con un mínimo de ironía. Mientras se actualizaba mi Debian Squeeze - pedazo de actualización - me puse a hacer zapping en la tele. Como suponía, no había nada interesante, pero llegué a Antena 3 y lo que emitían me llamó la atención, así que me detuve unos minutos y puse toda mi atención en lo que sucedía.

El programa en cuestión era DEC, y su gallinero de tertulianos estaba revolucionado, al parecer, a consecuencia de un vídeo en el que, supuestamente, aparecía Ángel Cristo maltratando de pensamiento, palabra, obra y omisión a su actual pareja. El vídeo no llegué a verlo, pero supongo que tampoco es que importe mucho porque, por lo visto, lo que yo o cualquier otra persona - incluido un juez - dijera no podría absolver al domador ya acusado, juzgado y condenado sin posibilidad de recurso en juicio sumarísimo por la ilustrísima corte de porteras.

Una vez leída la sentencia en audiencia pública, entra en directo una llamada de la actual pareja del condenado. El presentador del programa le concede la última palabra pero sólo a ella, dejando claro que no va a permitir que hable el destinatario de la furia colectiva. Durante las apenas seis palabras consecutivas que consigue decir sin que la interrumpan y la critiquen - pues sorprendentemente defiende al condenado -, el presentador mantiene una risita condescendiente y queda patente que lo que le está entrando por un oído le está saliendo inmediatamente por el otro.

Este homenaje a la democracia, al Estado de Derecho y a los derechos humanos - se pasaron por el arco del triunfo, como es costumbre, los artículos 10 y 11 de la Declaración Universal de Derechos Humanos - resulta especialmente deplorable después de lo sucedido en Tenerife y en Sevilla. El cuarto poder tuvo que admitir a regañadientes su parte de culpa después de intentar por todos los medios cargarle el muerto a los médicos, a la policía, a la crisis y al chachachá. Todos pensamos inocentemente que por fin se había aprendido algo, pero el hediondo inframundo de la prensa rosa se ha empeñado en denigrar la profesión periodística cueste lo que cueste. No permitas que la verdad te estropee una noticia, y si para ello has de hacer de fiscal, juez y verdugo, y arruinar cuantas vidas se te pongan por delante, no dudes en hacerlo.

La sabiduría popular, hija de la experiencia, dice que quien a hierro mata, a hierro muere. Eso ya debería dar que pensar a esa gente a la que tanto le gusta la desgracia ajena. Yo, por mi parte, me permito recordarles el famoso poema de Martin Niemöller:

"Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,

porque yo no era comunista
,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,

guardé silencio,

porque yo no era socialdemócrata,


Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,

no protesté,

porque yo no era sindicalista,


Cuando vinieron a llevarse a los judíos,

no protesté,

porque yo no era judío,


Cuando vinieron a buscarme,

no había nadie más que pudiera protestar
".


Y, para terminar, una recomendación de fácil cumplimiento: señores de DEC, el diccionario no es tóxico. Hagan un favor a la humanidad y no nos vuelvan a provocar cortes de digestión con su cruel ortografía. Desde luego, esa noche consiguieron coronarse:


Como diría don Fernando Fernán Gómez, ilustre miembro de la Real Academia de la Lengua: "Váyanse ustedes a la mierda".